Armintxe (Lekeitio, Bizkaia)

El conjunto parietal de Armintxe, exclusivamente a base de grabados, es de tamaño medio-grande en el contexto cantábrico (75 motivos o series, 37 de ellos figuras animales), destacando por la presencia de motivos inusuales (3 leones, signos claviformes) o inéditos en la península ibérica (bandas de trazos paralelos con utensilio dentado, nuevas variantes de signos claviformes…). Es un conjunto parietal unitario, realizado por un pequeño grupo de grabadores en un tiempo inusualmente breve. Esto se produjo en torno a unos 13,7 ka BP (que podrían alcanzar los 14,5 ka por su parte antigua o los 12,5 ka por la reciente), durante el Magdaleniense reciente.

El conjunto, articulado en tres sectores decorados y hasta 15 paneles, muestra un ajuste notable entre los condicionantes geológicos (caliza rugosa de grano grueso y con capa de alteración superficial, fácilmente atacable) y las decisiones técnicas (trazos raspados, anchos y marginales, bandas de líneas paralelas realizadas arrastrando un utensilio dentado…). A su vez, muestra una correspondencia entre esas decisiones técnicas y los rasgos tipométricos (formatos grandes y regulares de las figuras animales, agotando el campo manual), y también con los rasgos formales de estas, simplificados respecto al arte de esa época en soportes de superficie más lisa y homogénea, sean soportes parietales o mobiliares, con muy superior profusión de detalles morfológicos, normalmente expresados mediante incisión fina.

También es alto el ajuste entre decisiones técnicas y elementos formales, y la intencionalidad expositiva, evidenciada por la selección de lienzos altos sobre el suelo, o lienzos visibles en ocasiones a distancia y desde un plano más bajo, lo que facilita una visión panorámica de las composiciones mayores. Algo que venía favorecido por el tamaño grande de las figuras y su disposición, por el fuerte contraste cromático entre soporte de color marrón rojizo y la línea raspada (de notable anchura, como corresponde a figuras grandes, y de color amarillento), y que también se vio potenciado, en último término, por los condicionantes geológicos (morfologías erosionadas y expandidas de los lienzos, con escasas discontinuidades y, aun menos, planos quebrados y separados por aristas).

En Armintxe coincidieron probablemente unos pocos grabadores y otras personas que acompañaban la creación gráfica. Tal presencia viene sugerida por los criterios de selección de los espacios de trabajo: las composiciones más amplias se realizaron en lugares seleccionados por sus mejores condiciones de estancia y de trabajo, por su relativa capacidad de albergue y por la amplia exposición de los lienzos que ofrecían. Todo apunta a que son composiciones pensadas para ser vistas. La presencia de otros participantes, además de los mismos grabadores, es reforzada por el hecho de que las figuras mejor marcadas sobre la capa de alteración son también las que aprovechan lienzos con mayor potencialidad expositiva, o visibles desde mayores distancias y desde espacios algo más amplios.

La intencionalidad compositiva se vincula, finalmente, a los aspectos iconográficos. En algunos espacios de Armintxe encontramos composiciones monotemáticas (a base de caballos), frente a una composición mayor, y visible desde los espacios más amplios y llanos de la cueva, organizada aparentemente sobre la oposición de caballos y bisontes, y acompañada de figuras de cabra, algún cérvido, hasta tres figuras de león y de un notable conjunto de signos abstractos –claviformes, algunas variantes de estos y un cuadrilátero- en un plano más profundo de ese mismo techo. Esa asociación de animales es bien conocida en otras cuevas del SO europeo, y, dentro de la región Cantábrica, es especialmente recurrente durante las fases centrales y avanzadas del Magdaleniense. En ese periodo coincide con una intensificación de los contactos y de la interacción cultural y gráfica entre las poblaciones cantábricas y las del SO francés, especialmente las del reborde norte de los Pirineos (siendo Armintxe, en la actualidad, el exponente más claro de ese fenómeno). Una intensificación que adquiere sentido, según defendemos, en un contexto de expansión demográfica durante el Magdaleniense reciente, que afectó a ambas regiones. Y que es la antítesis del relativo repliegue, o ensimismamiento artístico, que se observa en la región durante el Máximo frío, con un arte parietal de notable personalidad.